La Carta...
Querido tío, a estas alturas debes estar ya en San Cristóbal desde hace “un rato largo”, como quien dice… Yo por mi parte, me encuentro dedicándote algunas líneas, que me han estado revoloteando todo el día y como cosa rara, es propicia la noche para pasarlas por escrito…
Desde el sábado he tomando algunas notas de lo que iba viendo y sintiendo, y si te soy sincera, no tendría ningún sentido tratar de unificarlas porque en sí mismas son sentires diferentes de momentos específicos, que se van hilando lentamente a través del paso de los pocos días que convivimos…
Me he decidido a escribirte, porque quizá me haya sido difícil expresarte todo lo que he sentido en estos días contigo…
Sin duda alguna, en estos pocos días que compartimos he aprendido mucho más a cerca de la familia y los nexos que te unen a ella, que en los casi 20 años que tengo…
Tal vez suene exagerado, pero es cierto, hasta este momento no había comprendido el verdadero significado de la familia y de seguro fue esa la razón que me impulsó a decirte palabras tan fuertes aquel día por teléfono; lo lamento mucho, aún cuando me digas que no me preocupe, pero quiero que sepas, que me duele porque te quiero y por sobre todas las cosas, porque uno no daña a quien ama y en ningún momento mi intención fue herirte…
Creo que es de humanos errar, pero más aún el pedir perdón cuando se ha fallado, por eso insito nuevamente en este punto…
Por otra parte, siento que tú, Sandra y las niñas, me han dado el mejor regalo en estas Navidades, que es el volverme sentir parte de un todo y ese todo es nuestra familia, que más allá del apellido, la sangre, el color o la costumbre, está el lazo irrompible que nos une: El amor…
No sabes lo feliz que he sido de verte y de poder conversar tantas cosas contigo de tú a tú… También tuve la ocasión de conversar con Sandra y de sentirla mucho más cercana… Creo que todo esto, en parte fue una oportunidad que me di a mí misma, después de tanto tiempo de lejanía…
Sonará raro, porque se supone que los que están a kilómetros de aquí son ustedes, pero confieso que yo misma me fui alejando poco a poco de la familia, por las muchas cosas que te conté… Incomodidades, diferencias, o simplemente por aquellos detalles que no comparto… A veces creo que ha sido de forma inconsciente, pero ahora me doy cuenta de que es lo contrario y que hay barreras de por medio que se han ido levantando a fuerza de tiempo y distancia…
Me da rabia ser tan sensible, sentirme vulnerable ante los demás y de alguna manera, mi defensa ha sido el encerrarme; es curioso, porque precisamente, el martes en la noche, cuando te quedaste hablando con mi tío, recuerdo que me encerré en la biblioteca a escribir, e internamente, yo vivo con frecuencia ese proceso de encierro…
Normalmente, como ese y este día, me encierro para pensar, leer, escribir, crear… Pero en ocasiones, me encierro para llorar en silencio…
El hecho es que todo este proceso de reencuentro y reflexión me ha ayudado a redescubrir mi núcleo y eso lo agradezco profundamente…
Viéndote con Sandra y mis primitas, me veo proyectada y quizá es lo que me gustaría tener en un futuro y creo que esto tiene que ver mucho con la sensación de calidez que transmiten…
¿Qué más te puedo decir? No hay palabras para describir la alegría que me ha dado el verles… Los quiero mucho, los amo profundamente y les llevo en mi corazón a cada instante…
Espero que el nuevo año esté lleno de alegrías y enseñanzas para ustedes… De seguro, la bendición de Dios habitará en su hogar y se extenderá a cada una de las personas que tengan el placer de compartir con tan bella familia…
En cuanto a Natalia y Emilia, no les diré nada que ustedes no sepan; ellas han llegado a sus vidas y a las nuestras como ángeles cielo, que nos alegran cada día y son testimonio vivo del milagro de la vida y como preciosos tesoros, deben cuidarlas y protegerlas…
En fin, son una hermosa familia, mi familia… Gracias por todo…
Los amo, que Dios les acompañe y bendiga siempre…
La Chili
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