Más allá...

Lo que vivo, lo que siento, lo que pienso... Ni más, ni menos... Fantasía y realidad son uno, porque en el fondo aquello que llamamos verdad es una farsa de nosotros mismos...

febrero 17, 2006

Antes de la Carta…


Estoy sentada en la computadora, escucho algunos adagios y me dejo llevar por algunos recuerdos y sentires de estas navidades que me trajeron hasta este momento.

Estas navidades no fue fácil elegir lo que haría, pues me tocó tomar una, entre varias propuestas y definitivamente creo que mi opción fue la mejor y más significativa en mucho tiempo. Pude haber viajado o ido a un retiro; pude participar en las actividades de Una sonrisa en Navidad o en las de mi parroquia, pero al final opté por quedarme en casa, recoger mi cuarto y mis ideas para empezar el año con buen pie.

El estar en casa contribuyó a que un importante porcentaje del día estuviera libre para salir, caminar o compartir con mis amigos y familiares. Este año, como los anteriores, vinieron de visitas mis tíos Ricardo y Sandra con mis dos primitas, Natalia y Emilia la nueva. Creo que el verlos y conocer a la princesita de cinco meses fue mi mayor incentivo a quedarme, pero nunca pensé todo lo que traería consigo es te hecho.

Sandra y las niñas a penas se quedaron un día, para luego ir a San Cristóbal y visitar a la familia materna, pero fue intenso y lleno de sorpresas. Esa noche vino de visita cualquier cantidad de personajes que creía perdidos en mi memoria. Tíos y primos desfilaron por la casa de mi abuela paterna y lugar de reunión familiar, y asombrados me veían, después de unos cuatro o cinco años de ausencia, y preguntaban por mi mamá, por la abuelita y mis hermanos, hasta llegar a un segundo nivel; el de indagar en lo más profundo para averiguar acerca de las cosas que ocupan mi tiempo y emitir un juicio acertado, listo para su pronta difusión.

Reencontrarse con la familia siempre o casi siempre es bueno; por lo menos da una oportunidad de revisar esas raíces que se quiera o no, son parte de cada uno. Junto a Sandra pude comentar sobre las riñas familiares, esas que se mantienen disfrazadas con una sonrisa y buenos deseos para el otro. Esto me hizo pensar en la razón por la cual me distancié de mi familia paterna y vi que nada había cambiado mucho; unos años más, alguna experiencia adquirida y quizá, desde el ínfimo punto del planeta en el que me encuentro, pueda hablar de una pequeña dosis de madurez que me ayuda a comprender mejor la vida y lo que me rodea.

Ricardo se quedó un par de días más y aprovechamos a subir al teleférico, comimos, caminamos y conversamos mucho; de su mano delineé mejor mi norte. Sin darse cuenta me presentó unas opciones que no había considerado; tan sólo me habló de su experiencia, pero fue suficiente. Su consejo fue acertado y caló hondo en mi corazón.

Las niñas, es otra historia; me regalaron mucha alegría y energías para seguir caminado.

Terminé el año con un profundo agradecimiento y eso me trajo a este momento en el que escribo la carta que les dedicaré a mis tíos, por convertirse en mi ejemplo y fuente de inspiración.

Ahora sólo me queda seguir construyendo ese camino que me lleve a conseguir mis metas...