Más allá...

Lo que vivo, lo que siento, lo que pienso... Ni más, ni menos... Fantasía y realidad son uno, porque en el fondo aquello que llamamos verdad es una farsa de nosotros mismos...

octubre 13, 2006

Carta a la Comunidad...

Queridos Hermanos, como saben, para mí es más fácil plasmar lo que siento por escrito; se ha vuelto un hábito y ciertamente he archivado muchas cartas que no han encontrado destino; no es este el caso. Ante todo deseo saludarles y expresarles que estas líneas se las escribo con profundo amor y respeto.

Desde hace ya un tiempo caminamos juntos; uno al lado del otro hemos vivido experiencias maravillosas y las risas han invadido nuestros corazones; en otros momentos, cuando la tristeza y el dolor se ha hecho presente en uno o varios de nuestros hermanos, hemos repartido la carga para hacerla más llevadera, más ligera.

Algunas veces hemos peleado, pero siempre hemos sabido superar las dificultades con perdón, comprensión, pero sobre todo con el amor por delante.

Las mejores cosas de mi vida, las más importantes y significativas, así como los momentos más difíciles los he pasado con ustedes, mi Comunidad.

Nuestros asesores, acompañantes y formadores nos han dado herramientas para la vida, eso sin duda, pero ustedes me lo han dado todo. Yo soy quien soy, en gran medida por ustedes, que han aplacado mi carácter, me han sostenido y levantado al caer, me han animado y han sido mis fuerzas y mis ganas.

Particularmente, todo lo que ha sucedido este año con la Comunidad me ha dolido mucho, creo que igual que a todos y a veces he sentido que ya este no es mi lugar; a pesar de eso, me he aferrado con fuerzas a este espacio y he hecho lo posible y lo imposible para mantenerlo.

Muchos obstáculos se han presentado; poco a poco he ido perdiendo las fuerzas, porque de tanto luchar contra la corriente, me he ido cansando.

En general, este ha sido un año aleccionador y aún cuando me vi perdida, ahora siento que voy llegando a los brazos del Padre amoroso; eso me va revitalizando.

Ahora se ven más claras las mociones del Espíritu y eso ha hecho que todo fluya mejor en mi vida. Dios ha ido actuando en mí; ha sembrado semillas de compromiso, pasión, entrega, sacrificio, y profundo amor por lo que hago y por la gente que me rodea, conocida o desconocida. Siento, hoy más que nunca que Dios pide, y pide cosas grandes que nazcan de este corazón que Él ha puesto en mi pecho.

EMANUEL, saben que los amo y que siempre y en todo lugar serán mis hermanos, pero siento que el espíritu está dictando nuevos caminos fuera de la Comunidad, quizá para que todo lo que ustedes me han dado, pueda multiplicarlo por el bien de los demás, de quien más lo necesite.

Estoy sumamente agradecida con ustedes y por supuesto, con Dios por haberles puesto en mi camino; sé que nos seguiremos encontrando y de alguna forma seguiremos caminando juntos, porque lo que cambia tan sólo es la ruta que cada uno tomará.

Lo único que espero y deseo de todo corazón, es que ustedes, si realmente es lo que quieren, hagan una Comunidad fuerte, con sus bases puestas en roca (Mt. 7, 24-29), la roca de Cristo, que es la base y fundamento de nuestra fe cristiana; que la oración diaria de cada uno y la oración comunitaria se unan en la reflexión acerca de la sociedad en la que vivimos, la iglesia de la que participamos y la familia que vamos formando, para que todo esto se traduzca en obras, para que a partir sus realidades concretas hagan un aporte positivo a la humanidad desde su entorno más próximo y en definitiva, como diría Ignacio: para que sean “contemplativos en la acción”.

Dios quiera, que en su cotidianidad lleguen a ser verdaderos apóstoles de Cristo y vayan comunicando el evangelio a través de su testimonio de vida; que entreguen todo su “haber y poseer”, que así como Jesucristo ha dicho: “Quién quiera economizar su vida, la perderá; y quién la gaste por Mí, la recobrará en la vida eterna”, ustedes den un paso adelante y afiancen su compromiso cristiano por y con los pobres, los marginados, los encarcelados, los silenciados y todas aquellas personas que los necesiten.

Yo por mi parte, me haré apóstol con ustedes desde otras tierras, tratando de seguir el ejemplo de Alberto Capdevielle, narrado por el padre Juan José de Madariaga sj, en su libro Yo escalé mi ideal. Aquellas palabras que Alberto llegó a plasmar en su diario, nunca pensé que me movieran de tal forma por dentro: “Pero recuerda: tienes que encender tu amor primero, adquirir el verdadero espíritu, y no podrás calentar sino al quemarte”.

Quiero gastarme, quiero quemarme, quiero entregarme…

Que el Señor esté con ustedes, les bendiga y acompañe siempre.

Su hermana en Cristo…

Lucía J. León A.