Testimonios del Padre Pío
Tal vez cuente esto en este momento y no me crean, porque en el fondo, ni yo mismo lo creo.
En un instante de oscuridad pude ver y sentir, cómo un clavo penetra tus muñecas, rompe tus huesos, destroza tus venas y desgarra los tendones.
Por tan sólo un momento, logré pensar en todo el dolor que Jesús sufrió un día, pues ese infame sentir se adueñaba de mí… Comprendí Jesús, al final, quién eras, pues te encontrabas en mí y yo en ti; te mostraste en esas llagas que aprendí a amar.
Cuánto dolor Dios mío, quisiera morir, porque no soy capaz de soportar semejante agravio como tú lo hiciste… No soy tan fuerte, al contrario, soy débil y me reconozco pecador. No puedo con esta carga que has colocado sobre mis hombros.
Dios mío ¿Por qué me has dado la vida? ¿Qué sentido puede tener el estar marcado por tu estigma y escribir mi dolor con sangre? Lo intento entender y no hallo respuesta.
¿Qué sentido tiene llorar si mis lágrimas no encuentran destino? Tan sólo un hoyo negro y profundo lleno de vacío y oscuridad.
Cuánta lluvia ha caído esta noche, después de un día soleado; todo inundado y no encuentro a dónde ir… Así mismo me he sentido: Ahogado entre tanta lluvia, entre tanto silencio, entre tanto dolor.
Mi alma grita y nadie la escucha… Tengo la mirada perdida y un ahogo encontrado.
No puedo dormir, no puedo soñar, porque tan sólo intentarlo hace que todo se convierta en una verdadera pesadilla.
Cierro mis ojos y oigo tus gritos callados… No hablas, sabes que ha llegado la hora; tú te tomas tu tiempo, le oras al Padre y tus ojos todavía me ven con ternura…
No puedo soportarlo, debí ser yo el que muriese en esa Cruz, no tú amigo mío…
¡Cuánta sangre! No veo más que eso, sangre a mi alrededor, sangre inocente corriendo por el suelo; este suelo, esta tierra que te vio nacer.
¿Cuál ha sido tu pecado? Tan sólo amarme…
Dios santo ¡Perdóname! Lo siento ¡Ayúdame! Me siento perdido…
Quita de mí esta marca, al menos que sea tu voluntad el que yo la lleve y sea testimonio tuyo….
Muchos proclaman tu muerte, pero yo proclamo tu vida, pues hoy no has muerto, has vuelto a nacer en mí y yo en ti…
Te amos Jesús, te amo…
En un instante de oscuridad pude ver y sentir, cómo un clavo penetra tus muñecas, rompe tus huesos, destroza tus venas y desgarra los tendones.
Por tan sólo un momento, logré pensar en todo el dolor que Jesús sufrió un día, pues ese infame sentir se adueñaba de mí… Comprendí Jesús, al final, quién eras, pues te encontrabas en mí y yo en ti; te mostraste en esas llagas que aprendí a amar.
Cuánto dolor Dios mío, quisiera morir, porque no soy capaz de soportar semejante agravio como tú lo hiciste… No soy tan fuerte, al contrario, soy débil y me reconozco pecador. No puedo con esta carga que has colocado sobre mis hombros.
Dios mío ¿Por qué me has dado la vida? ¿Qué sentido puede tener el estar marcado por tu estigma y escribir mi dolor con sangre? Lo intento entender y no hallo respuesta.
¿Qué sentido tiene llorar si mis lágrimas no encuentran destino? Tan sólo un hoyo negro y profundo lleno de vacío y oscuridad.
Cuánta lluvia ha caído esta noche, después de un día soleado; todo inundado y no encuentro a dónde ir… Así mismo me he sentido: Ahogado entre tanta lluvia, entre tanto silencio, entre tanto dolor.
Mi alma grita y nadie la escucha… Tengo la mirada perdida y un ahogo encontrado.
No puedo dormir, no puedo soñar, porque tan sólo intentarlo hace que todo se convierta en una verdadera pesadilla.
Cierro mis ojos y oigo tus gritos callados… No hablas, sabes que ha llegado la hora; tú te tomas tu tiempo, le oras al Padre y tus ojos todavía me ven con ternura…
No puedo soportarlo, debí ser yo el que muriese en esa Cruz, no tú amigo mío…
¡Cuánta sangre! No veo más que eso, sangre a mi alrededor, sangre inocente corriendo por el suelo; este suelo, esta tierra que te vio nacer.
¿Cuál ha sido tu pecado? Tan sólo amarme…
Dios santo ¡Perdóname! Lo siento ¡Ayúdame! Me siento perdido…
Quita de mí esta marca, al menos que sea tu voluntad el que yo la lleve y sea testimonio tuyo….
Muchos proclaman tu muerte, pero yo proclamo tu vida, pues hoy no has muerto, has vuelto a nacer en mí y yo en ti…
Te amos Jesús, te amo…
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